Desde muy pequeño tuve contacto con el mundo jurídico ya que mi abuelo y mi padre son abogados. Es por ello que buena parte de mi niñez la pasé en la biblioteca de mi abuelo jugando con libros que años después disfrutaría leer. En mi juventud comencé como “office boy” del Escritorio, donde mis principales tareas era archivar expedientes, sacar copias, hacer transcripciones e investigaciones.
Durante esos años me di cuenta de lo tradicional (por no decir arcaico) que era el sistema de control de archivos, así como el modo de registrar las actuaciones de los casos. Constantemente llegaban notificaciones de los casos y los abogados de la firma entregaban escritos, copias y demás documentos inherentes a cada expediente. Mi labor era la de organizar esa pila de papeles, clasificarlos, abrir huecos y colocar en carpetas organizadas por fecha para que todo estuviera en orden. Todo ese “sistema” era manual y lo único digital eran los nombres de portadas hechos en Word.
Es por ello que propuse a la junta directiva reformar ese sistema y hacer uno híbrido donde pudiéramos combinar lo tradicional con lo digital. Las notificaciones seguían llegando, pero la organización era más efectiva, los registros ya no eran manuales 100% ya que los hacíamos por computadora y compartíamos las actuaciones diariamente por correo electrónico. Algo similar a lo que se puede hacer con google drive hoy en día, pero para la época era lo más efectivo.
Con el pasar del tiempo, nos dimos cuenta que ese sistema seguía siendo efectivo pero faltaba algo más. Es por ello que contratamos a un ingeniero en sistemas que nos desarrolló un programa estilo CRM donde tanto nosotros los abogados como los clientes podían ver las actuaciones al día, ingresar a cualquier hora, recibir notificaciones, revisar los escritos y hasta recibir avisos de cobro de mensualidades.
Sin embargo, los abogados sí podemos cambiar la mentalidad tradicional por la digital, nuestro Escritorio es prueba de ello y con el avance tecnológico avasallante, impulsado además por la pandemia desde el 2020, nos exige que cambiemos nuestro sistema de trabajo, que cada vez más vayamos eliminando lo tradicional para poder aprovechar las bondades de la tecnología y así convertirnos en abogados completamente digitales, preparados para enfrentar nuevas áreas del derecho que van a requerir nuestra actualización.